La costumbre de no hacerse cargo es vieja y sin límites de banderas partidarias pero no por ello menos irritativa y peligrosa.
En Córdoba los vemos a cada rato. Gestiones como la municipal capitalina o la provincial que viven presentándose como víctimas ante situaciones en las cuales son, nada más ni nada menos, que responsables.
Una ciudad en la que se electrocuta una persona a cada rato en espacios públicos y los funcionarios municipales asignan responsabilidades a diestra y siniestra pero ninguna para ellos mismos, que justamente los eligieron para administrar esos espacios.
Los ejemplos sobran por todos lados.
Pero hay situaciones donde la política de esconder la cabeza al estilo del avestruz se profundiza, sin sanción social ni de otro tipo.
Años de alto perfil
Es conocido el caso de Diego Concha, sobre quien pesan severas acusaciones. Agresiones y abusos contra su pareja, violación de una joven bombera que luego se quitó la vida, intimidaciones de sus colaboradores a las víctimas.
Concha fue uno de los funcionarios de mayor permanencia en las gestiones del peronismo cordobés que se repartieron en los últimos 22 años José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti. Estuvo con cargo político en casi todas estas dos décadas de poder de la actual Hacemos por Córdoba.
Y lo hizo con un alto perfil público y una tarea que no sólo era técnica sino que se metía de lleno en cuestiones administrativas, presupuestarias y políticas.
Era director general de Protección Civil al momento de ser imputado.
El Gobierno provincial decidió mirar para otro lado de arranque nomás. Aquel 26 de noviembre, emitió una escueta comunicación que sostenía: “Informamos que en horas de la mañana, Diego Concha presentó su renuncia al cargo de Director General de Protección Civil por razones de carácter personal”.
Los cordobeses se enteraron aquella noche gracias a ElDoce.tv que se iba por una grave imputación de violencia en su contra mientras muchos copian y pegaban la gacetilla oficial y le agregaban elogios a la trayectoria del funcionario.
El ministro de Seguridad, Alfonso Mosquera, el gobernador Schiaretti y los principales funcionarios sabían perfectamente cuáles eran esas “razones personales”. Si hasta hubo gestiones ante la Justicia para que se demoraran algunos procedimientos.
El Gobierno siguió con aquella tesitura de que un funcionario imputado por agredir, amenazar con un arma, intimidar, lesionar a una mujer era una “cuestión personal” hasta que nuevamente ElDoce.tv hizo notar esta maniobra de protección a su personaje estrella.
Fue allí que el ministro de Seguridad emitió un tuit para decir: “La cartera a mi cargo ratifica su plena disposición en la asistencia a la víctima y la total colaboración con la justicia en su esclarecimiento”.
Debería estar expresamente prohibido que los funcionarios digan que están dispuestos a colaborar con la Justicia. La novedad sería lo contrario, no el cumplimiento de una acción básica para cualquier ciudadano.
El Ministerio de la Mujer y Ellas
Después de eso, todo fue silencio. En el Gobierno que lo premió con los más diversos cargos nadie dijo una palabra. En la Legislatura, en donde lo honraron con distinciones, nadie del oficialismo ensayó un pedido de retractación como tampoco el Concejo de la ciudad de Córdoba.
Y vino la denuncia por violación, el suicidio de Luana, la ampliación de la denuncia contra un colaborador de Concha, la ampliación de la denuncia de la ex pareja del funcionario. Y nada.
El Ministerio de la Mujer, que se pronuncia todos los días sobre las más variadas de las cuestiones relacionadas con los temas de género, hizo como si la denuncia contra Concha fuese en Uganda.
La fuerza política que levantó la bandera feminista con las candidaturas de Alejandra Vigo y Natalia de la Sota mandó a sus legisladoras nacionales a recorrer los medios afines sin mención alguna a los graves cargos contra el ex funcionario.
Volvió a hablar en las últimas horas el ministro Mosquera para decir que "todo el sistema de protección civil ha estado al lado de esa familia" de Luana. "Nos ratificamos a su más entera disposición", agregó.
Pero en el acto, el papá y la mamá de Luana aclararon que jamás recibieron comunicación alguna de ninguna autoridad provincial.
Concha no fue funcionario más. Fue una pieza clave operativa, comunicacional y política. El silencio ante las acusaciones en su contra habla demasiado de los responsables de gobernar Córdoba hace más de 20 años.