La mayoría de los oradores hicieron alguna referencia al calentamiento global en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Pero una vez más, el único que se refirió al tema con el énfasis y la valoración que merece, fue el secretario general de la ONU.
Por cierto, la guerra en Ucrania, las crisis migratorias y la necesidad de reformular las instituciones internacionales y las estructuras financieras mundiales, son cuestiones de gran importancia. Pero nada importa más que el aumento de la temperatura que está modificando dramáticamente la biósfera. Y la única personalidad mundial que está expresando la gravedad de esta amenaza es Antonio Guterres.
Ese ex gobernante portugués, que inició su compromiso político en la militancia juvenil católica, pasando al Partido Socialista cuando la Revolución de los Claveles iniciaba la democracia lusitana, no tiene carisma de gran líder, pero si el mundo lo escuchara atentamente podría dimensionar su estatura como titular de las Naciones Unidas.
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Sobre todo por la profundidad, la claridad y el compromiso que muestra con lo que puede calibrar, mejor que todos los demás gobernantes del mundo, como la más grave amenaza que se cierne sobre la especie humana.
Desde hace tiempo Guterres viene usando los términos más duros pero también los más apropiados para referirse al calentamiento global. Este año, fue él quien anunció el final “de la era del cambio climático y el comienzo de la era de la ebullición global”.
Tratando de captar una atención dedicada a eludir el tema, el titular de la ONU habló de “colapso climático”. Y en la última asamblea general, en la que el resto de los gobernantes se dedicó a lo que siempre se dedica la mayoría de los líderes en este tipo de escenarios: llamar la atención asumiendo poses y posturas que los muestren como grandes estadistas; Antonio Guterres volvió a usar términos duros para que las palabras actúen como cachetazos que despierten conciencias.
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“Estamos abriendo las puertas del infierno”, dijo en una cumbre realizada en Nueva York en ocasión de la Asamblea General. “El fuego tiene efectos horribles. Los agricultores miran con horror como las inundaciones se llevan sus cultivos. Las temperaturas sofocantes están generando nuevas enfermedades y multitudes huyen a medida que se extienden los incendios históricos” que el mundo presencia impasible. Con esa contundencia habló el titular de la ONU, sentenciando a renglón seguido que “nos dirigimos hacia un mundo más peligroso e inestable”.
Hasta el momento, la reacción internacional a las alarmas que hace sonar Guterres parece escrita por Discépolo: “al mundo nada le importa, yira, yira…”.