Fueron dos casos emblemáticos del éxodo de las cárceles que se dio en esta cuarentena. Sin relaciones directas entre sí, fueron exponentes del fenómeno de enriquecimiento repentino que lograron algunos allegados al poder durante las administraciones cristinistas.
Por motivos completamente diferentes, los dos, Pascual Catrambone y Amado Boudou, fueron noticia la semana que pasó.
El líder del Surrbac volvió a la cárcel por una carambola derivada de una denuncia por violencia de género.
El fin de semana pasado, su actual pareja le habría comentado a una amiga que Catrambone la acababa de someter a una golpiza y que no le permitía abandonar la casa.
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La decisión de la amiga de denunciar esa situación llevó a que un patrullero se acercara a la lujosa residencia ubicada en un barrio cerrado de la zona sur de Córdoba capital.
El poderoso líder gremial les respondió a los policías que la mujer no se encontraba en el lugar.
Horas más tarde, los agentes que permanecieron cerca de la guardia de la exclusiva urbanización privada, vieron a la presunta víctima salir de la casa de Catrambone.
Aunque la mujer se negó a presentar formalmente la denuncia contra el sindicalista, argumentando que las lesiones visibles en su rostro eran producto de un accidente doméstico, la maquinaria judicial se puso en marcha.
Quienes trabajan en esta problemática dicen que la defensa que las víctimas hacen de sus victimarios es una reacción habitual.
El fiscal especializado en violencia familiar Cristian Griffi entendió que contaba con indicios más que suficientes para imputar al sindicalista multimillonario por lesiones leves calificadas.
Impuesta la orden de restricción y de incomunicación de rigor en estas causas, Catrambone pudo permanecer en su casa unos días más.
Regreso a la cárcel
El martes por la tarde hubo un nuevo ingreso de patrulleros al barrio privado donde vive el sindicalista. Esta vez iban con una orden de detención emitida desde la Justicia Federal.
El fiscal Enrique Senestrari y el juez Ricardo Bustos Fierro coincidieron en que Catrambone había incumplido uno de los requisitos establecidos por la Cámara Federal de Apelaciones para concederle la excarcelación, aquella que se dio por un controvertido fallo dividido en la causa en la que está procesado junto a su socio Mauricio Saillen por asociación Ilícita y lavado de activos.
Es que además de fijarle una fianza de 10 millones de pesos (dicho sea de paso, una suma inferior al valor de la camioneta Mercedes Benz GLE 400 que compró hace un año) y de prohibirle salir del país, Catrambone tenía otras restricciones. No debía desarrollar actividades gremiales ni tomar contacto con otros habitantes del opulento universo del Surrbac. Y su nueva novia forma parte de ese universo.
Esa transgresión, sumada a la mentira brindada a la Policía sobre el paradero de su pareja, es lo que lo devuelve a la cárcel.
Esta primera quincena permanece en el complejo penitenciario de transición de la UCA, cerca del Hospital Misericordia. Después irá a Bouwer.
Su defensa había pedido el beneficio de la prisión domiciliaria planteando, entre otras cosas, que su reingreso en la cárcel pondría en riesgo de contagio de coronavirus a los demás presos y al personal penitenciario.
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Es decir, sus propios abogados argumentaron que Catrambone era un peligro, aunque en un sentido diferente al que plantean muchos de sus denunciantes, adversarios gremiales y una multitud de ex y actuales funcionarios municipales que acumulan anécdotas de aprietes, amenazas y uso de violencia más o menos desembozada.
Para cumplir con la rechazada prisión domiciliaria ofreció a la Justicia una vivienda alternativa a la del country de la zona sur donde fue detenido: la casa de su ex suegra.
Algún desprevenido podría suponer que el sindicalista desafía la arraigada creencia argentina que postula que los vínculos entre los hombres y las madres de sus parejas son siempre conflictivos.
Ocurre que en el muy singular universo Surrbac las relaciones conyugales siempre se tradujeron en empleos jerárquicos en el extraordinariamente bien remunerado sistema de basura.
O en puestos de dirección en empresas asociadas a ese servicio. Así, las ex nunca pasan a formar parte definitiva del tiempo pasado.
El rescate de Boudou
También reapareció en escena el exvicepresidente de la Nación, a un mes de haber recibido el beneficio de la prisión domiciliaria.
Boudou actúa ahora como asesor de la provincia de La Rioja. Sin vínculo formal, el suyo sería un servicio honorario. Toda una novedad en función de sus antecedentes.
Además de la condena por las maniobras delictivas para adueñarse de Ciccone, la fábrica de hacer billetes, Boudou irá a juicio por cobrar dos millones de dólares de la provincia de Formosa para, supuestamente, asesorarla en la reestructuración de su deuda, más de una década atrás.
El acreedor de esa provincia era el Estado nacional en el que Boudou cumplía funciones destacadas.
El gobernador de La Rioja contó que el ex vicepresidente diseña ahora una política tendiente a aliviar las cuentas de los empleados públicos riojanos.
El mandatario Ricardo Quintela llenó de elogios personales y profesionales a Boudou y aportó detalles sobre el asunto en el que el ex vice se ha convertido en consejero: "Con el compañero Amado (por Boudou) queremos desendeudar a los empleados públicos de La Rioja. Muchos tienen su salario comprometido, por estas financieras encubiertas, como Garbarino, Musimundo, o Tarjeta Naranja, ya que les financian las compras de los productos que ellos venden y luego, como son financieras, les comprometen el salario. Con el banco (riojano) queremos comprarles estas deudas a los trabajadores, y darles un crédito. Se lo vamos a cobrar en cuotas que tendrán un 10 por ciento de interés anual".
Realmente asombroso. El conjunto de los contribuyentes riojanos haciéndose cargo de las cuotas de los electrodomésticos comprados por los estatales de esa provincia.
El gobernador riojano dio a entender que cree en serio que la maniobra que pergeña con Boudou es innovadora.
Párrafo aparte para la mención con la que pretende descalificar a la empresa cordobesa Tarjeta Naranja. En efecto, esa firma se dedica al rubro financiero. No lo hace de manera muy "encubierta" que digamos, como planteó en tono suspicaz el gobernador.
Una exhibición obscena de desconocimiento acerca de una actividad central en cualquier economía desarrollada o que aspire a avanzar en esa dirección.
Libres
El protagonismo coincidente esta semana de Catrambone y de Boudou, los dos beneficiarios de la ola de salidas de las cárceles argentinas a partir de la llegada de la pandemia, lleva a mirar nuevamente la mirada hacia ese fenómeno.
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Y reactualiza los interrogantes de hace algunas semanas: ¿Fueron correctamente evaluadas las excarcelaciones (o beneficios de prisión domiciliaria o libertad bajo fianza, a los fines de este debate no hay gran diferencia)? ¿No representaban los beneficiarios de aquellas resoluciones judiciales un peligro para el conjunto de la sociedad? ¿Deberán volver los liberados a las cárceles?
En el caso de Catrambone, las respuestas a esos interrogantes han aparecido con imprevista rapidez.