El presidente de Brasil le dio la espalda a un viejo reclamo argentino, a pesar de su proclamada buena sintonía con Alberto Fernández.
Aunque no se haya convertido en norma del Mercosur, Buenos Aires siempre reclamó a sus vecinos y socios que no dejen atracar en sus puertos a buques militares británicos, mucho menos si están relacionados con el patrullaje en las islas Malvinas.
El actual jefe del Palacio del Planalto conoce bien este pedido que reitera año a año la cancillería argentina. Sin embargo acaba de permitirle atracar al HMS Forth, moderno buque británico dedicado al patrullaje de las aguas que rodean el archipiélago que Argentina reclama como propio.
Difícilmente se haya pasado por alto a Itamaraty, la prestigiosa diplomacia brasileña, el permiso pedido por la nave de la marina real cuyos tripulantes confraternizaron en eventos deportivos con sus colegas locales. Ocurre que el HMS Forth ya ha estado en Brasil y siempre generó reclamos argentinos a Brasil. La última vez fue en el 2022, con Jair Bolsonaro en el gobierno aceptando gustoso todo lo que pudiera fastidiar al gobierno argentino.
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¿Tenía sentido que el gobierno de Lula le negara a ese navío militar el permiso de acceso a sus puertos? Si, de hecho es lo que hizo el gobierno chileno, cuyo estado tiene un vínculo más antiguo y sólido con el Reino Unido. En noviembre del año pasado, cuando solicitó el permiso de arribo para participar en la Exponaval de Valparaíso, el presidente Gabriel Boric se le negó, aduciendo respetar el reclamo argentino.
Si Chile, que no pertenece al Mercosur y tiene una vieja y vigorosa amistad con Gran Bretaña, rechazó el arribo del HMS Forth, con más razón se podía esperar que lo rechazara Lula. Pero no lo hizo.
Alberto Fernández se ganó la gratitud del mandatario brasileño, al manifestarse públicamente contra su encarcelamiento por parte del juez de Curitiba, Sergio Moro. Lula le mostró gratitud con varios gestos que, para que resalten aún más, le negó a la vicepresidenta Cristina Kirchner. Sin embargo, le permitió al buque británico que patrulla Malvinas atracar en un puerto brasileño. ¿Por qué razón?
Quizá la clave esté en lo ocurrido días antes de la llegada del navío de la Marina Real.
El gobierno brasileño, que en enero había cedido a la presión norteamericana y prohibió atracar en Río de Janeiro a dos buques de guerra de la República Islámica de Irán, ahora les dio el permiso antes denegado. El IRIS Makran y el IRIS Dena pudieron atracar en Río de Janeiro, algo que molestó a Washington sin simpatizarle a la Argentina, que reclama a Irán la extradición de los responsables de la masacre en AMIA.
¿Qué lógica tienen estos gestos contradictorios del presidente brasileño?
El permiso a los buques iraníes estaría ligado a la relación con Teherán que Hugo Chávez forjó con el entonces presidente iraní Mahmud Ahmadinejad y endosó a la camarilla de presidentes con los que tenía una relación estrecha. Chávez auspició los vínculos de Irán con los gobiernos latinoamericanos allegados a su régimen. Ese trabajo del exuberante líder caribeño al servicio del régimen chiita persa se vio fuertemente en el gobierno de Evo Morales. Lula nunca exhibió cercanía, pero mantuvo gestos de relación cordial con Teherán.
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Es posible que el permiso ahora concedido para que dos navíos iraníes de guerra atraquen en el puerto carioca devenga de aquella relación tenue pero cordial que estableció en sus gobiernos anteriores. Y es posible que el permiso al buque de guerra británico tenga que ver con los equilibrios que Lula siempre hizo para relacionarse simultáneamente con polos que se repelen, tratando de habitar al mismo tiempo zonas equidistantes.
¿Conservará la habilidad de equilibrista que exhibió en sus gobiernos anteriores?
Lo que parece claro es que su relación con Caracas no será como en los tiempos de Chávez. Al cumplirse una década de la muerte del líder venezolano, Lula no quiso viajar a Caracas para participar, personalmente, en los homenajes a los que asistieron líderes del populismo regional, además del cubano Raúl Castro y el actual dictador nicaragüense Daniel Ortega.
Maduro habría querido que Lula asista personalmente, y no enviando delegados. Seguramente, también habría querido asistir él, personalmente, a la asunción de Lula en su tercera presidencia. Lo habían invitado oficialmente, pero si no fue, seguramente es porque, en los ductos invisibles de la diplomacia, el gobierno que encabeza el líder del PT le dijo que preferiría que se quede en Caracas.
Así estaría Lula haciendo sus equilibrios.