230 mil argentinos murieron desde marzo. Solo uno fue Maradona y por eso millones hoy lo lloramos. Pero cada uno de esos "no Maradonas" tuvieron su hinchada y su barra. Por cada uno quedó una viuda, un huérfano, un padre o un nieto que no tuvo forma de "normalizar" su consuelo. Todos y cada uno de los argentinos conocemos a uno de esos 230 mil que se murieron solos.
Todos y cada uno hemos tenido a la peligrosa distancia de un abrazo a un ser querido roto de dolor por el cual estábamos dispuestos a lanzarnos como un kamikaze y darle un abrazo incluso aún a sacarle las lágrimas con nuestra mano sin sanitizante.
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Hoy te puede parecer un absurdo reclamo la crítica al velorio multitudinario que no desconoce la divinidad de Diego, pero ponele que cada uno de esos 230 mil argentinos tenía una barra de 15 personas dispuestos a llorarlo a moco tendido; son 3 millones y medio de personas. Ellos merecen ser escuchados.
El padre de nuestras uniones y también de nuestras divergencias tenía una polémica más y no la generó él, si no su muerte.
Si hoy estás llorando a Maradona, es muy probable que este planteo te parezca desubicado. Me dirás que no es el momento. A los millones de argentinos a los que se les murió un ser querido y no lo pudieron despedir, también les dijeron que "no era el momento".