Como estará de frágil la imagen de Argentina en el exterior, que un ministro de Paraguay propone levantar un muro en su frontera para cortar el contrabando y demás tráficos ilegales que, según su visión, genera el desquicio macroeconómico argentino.
Según el ministro de Comercio paraguayo, Luis Castiglioni, la “crónica situación” de la economía argentina “nos hace sufrir a todos los países limítrofes”, por lo que se le ocurrió proponer que Paraguay levante un muro que corte los tráficos ilegales, flagelos contra los que resulta “difícil luchar” cuando “los incentivos son tan grandes”.
Por cierto, tener la misma idea que tuvo Trump para cortar la inmigración a través de la frontera con México, no es precisamente un acierto del ministro paraguayo. Además, el flagelo del contrabando también es alimentado por mafias paraguayas. Hasta el ex presidente Horacio Cartes, que es el mentor del presidente próximo a asumir, está acusado en Estados Unidos de enriquecerse con el contrabando de cigarrillos, y seguir hasta hoy favoreciendo esos flujos ilegales.
Además, el padre del actual presidente, Mario Abdo Benítez, fue un estrecho colaborador del dictador Alfredo Stroessner, cuyo régimen gangrenó al Paraguay de tráficos ilegales. Lo convirtió en un país atractivo para los negocios de los contrabandistas y narcotraficantes.
Desde mediados del siglo 20, la dictadura stronista hizo de Paraguay un foco infeccioso en materia de contrabando y narcotráfico.
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Ciudad del Este, a la que el régimen bautizó Puerto Stroessner en honor al megalómano dictador, se convirtió en un agujero negro de la región, que supura narcotráfico y también terrorismo, además de ser la meca del contrabando.
Teniendo en cuenta esa historia que, Horacio Cartes mediante, llega prácticamente hasta el presente, que un funcionario paraguayo señale a la Argentina como causa de tráficos ilegales suena como sonaría el régimen de los ayatolas iraníes acusando de fundamentalismo religioso a algún vecino del Golfo Pérsico.
El problema argentino es que los estropicios de su macroeconomía tienen efectos negativos en países vecinos. Por cierto, esos vecinos también tienen problemas graves con efectos más allá de sus fronteras. Pero ese no es el tema.
No fue acertado que un ministro paraguayo se pronuncie como lo hizo Castiglioni, el titular de Comercio. Aún así, la cuestión sobre la que debe debatir la Argentina es la porción de razón que tuvo semejante declaración, formulada por un alto funcionario al diario ABC Color.