Unos aman a Cristina y habitan un espacio de amor, mientras que los otros odian a Cristina y habitan el espacio del odio.
Se trata de una dicotomía tan burda como peligrosa y resulta increíble que, quienes lucubran estratagemas propagandísticas en “el planeta amor”, hayan logrado que miles de argentinos crean que sólo en el terreno opositor hay infecciones que supuran un odio oscuro y viscoso.
¿De verdad creen en el “nosotros, los amadores, y ellos, los odiadores”? ¿De verdad ven algún viso de seriedad en afirmar como evidente que la acusación de los fiscales y los discursos exacerbados de algunos opositores y formadores de opinión, empujaron a un personaje marginal y desequilibrado a intentar un magnicidio?
+ MIRÁ MÁS: Se reseteó el celular del agresor de Cristina Kirchner y podrían perderse pruebas clave
El titular del bloque oficialista en el Senado, José Mayans, hizo explícito el intento de utilizar el fallido atentado contra el proceso judicial por el caso Vialidad, al reclamar que se detenga “en forma inmediata” ese juicio contra la vicepresidenta, para que no siga en peligro “la paz social”.
En el escenario del estupor por lo que acababa de pasar frente al edificio donde vive Cristina Kirchner, lo que correspondía era repudiar lo ocurrido y reclamar a oficialismo y oposición que se abstengan de pronunciamientos que puedan generar exacerbación. En esos primeros momentos, sólo había lugar para el repudio del atentado y para llamados a la calma y la concordia. Pero pronto empezaron un lado y otro a supurar viscosidades.
En la oposición y los medios críticos aparecieron quienes denunciaron un montaje para victimizar a la vicepresidenta.
+ MIRÁ MÁS: El agresor de Cristina Kirchner utilizó el arma de un vecino muerto en 2021
¿Es posible que todo haya sido una escenificación? Sí, es posible. Ese tipo de estratagemas existe y éste pudo ser un caso, pero… ¿puede en las primeras horas y días haber alguna certeza de que se trató de un montaje? No. En las primeras horas y días es imposible afirmar con certeza justificable que se trató de una patraña. Quizá más adelante aparezcan elementos que prueben lo que hoy no se puede descartar, aunque tampoco, en modo alguno, asegurar.
Fueron graves esos pronunciamientos demasiado espontáneos para un acontecimiento tan tremendo. Pero tales temeridades en algunos opositores y críticos, no pueden justificar la campaña para señalar que de un lado de la grieta está el amor y en el otro está el odio.
A los amadores los lidera la amada Cristina y a los odiadores los guía el odio visceral a la justicia social y la inclusión, que es lo que hizo el kirchnerismo en doce años de gobierno y por cada uno de los cuales pidió un año de cárcel el fiscal Diego Luciani.
Suena a vil patraña porque es una vil patraña. Sin embargo, es lo que implícitamente murmura el rumor que empezó a rodar desde el desafortunado mensaje del presidente por cadena nacional, a pocas horas de que un arma magnicida irrumpiera en la vida de los argentinos.
+ MIRÁ MÁS: Diputados: el PRO aprobó el repudio al ataque a CFK y se retiró del recinto
Opositores y críticos deben cuestionar y denunciar mediante la explicación y la argumentación, no mediante adjetivaciones. El razonamiento argumental no precisa sobrecargas de adjetivos y conceptos que destilan desprecio. Y el oficialismo debe deponer las estratagemas propagandísticas para la victimización propia y la demonización del “otro”.
“El odio son los demás” es la idea que sobrevuela el discurso oficialista. Como una sombra oscura, la paráfrasis de lo que escribió Jean Paul Sartre en la pieza teatral A Puerta Cerrada, deposita en el terreno opositor la creación del clima social que puso una pistola a centímetros de Cristina Kirchner.
Los autores de “el odio son los demás” fueron los que, en el gobierno de Néstor Kirchner, descubrieron en los libros de Ernesto Laclau la dialéctica “amigo-enemigo” que desarrolló, como instrumento de demonización de un “otro”, el gran jurista y teórico alemán Carl Schmitt, cuya obra inspiró a ideólogos del nazismo.