LA RAZÓN Y LA EMOCIÓN
"Vamos Argentina, sabés que yo te quiero, hoy hay que ganar y ser primero. Esta hinchada loca deja todo por la copa, la que tiene a Messi y Maradona".
Cantando ese éxito en el subterráneo de San Petersburgo, a la vuelta del estadio, pasé uno de los momentos más emotivos de mis últimos tiempos. Había que escuchar y ver a decenas de argentinos trepados a esas larguísimas escaleras mecánicas, redoblar el impulso en cada vuelta para que hasta a los rusos se le pegara la melodía (¡y la letra!). Pero pasada la algarabía clasificatoria, le compete a alguien que trabaja con información y análisis empezar a separar la paja del trigo.
LOS HISTÓRICOS AL PODER
El gesto desesperado de Sampaoli preguntándole a Messi si lo mandaba al Kun a la cancha fue un signo de por dónde pasan las decisiones. Habría que decir a esta altura, y con el diario del lunes, que no necesariamente está mal, al fin y al cabo, si así se siente cómoda la mayoría del plantel…
Los históricos mejoraron notoriamente en el primer tiempo respecto del partido con Islandia. Fueron más ordenados y firmes en defensa y con el aporte de Banega y una versión algo distinta de Di María, manejaron un poco mejor la pelota en ataque. Claro que el gran factor de desequilibrio fue Messi. Jugó un primer tiempo descomunal. Una asistencia impecable a la que Higuaín no llegó en tiempo y forma para meterla, un tiro libre en el palo y un golazo de otra galaxia.
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Quizás aquí habría que decir un par de cosas, sobre todo a los que no están habituados a ver fútbol. Detener con el muslo una pelota lanzada desde 35 metros, casi frontal, acomodarla con el botín izquierdo hacia su pierna menos hábil (la derecha) para escapar de la marca del defensor, a la velocidad que lo hizo, corriendo de espaldas al pelotazo y encimado como estaba, sólo puede hacerlo un Messi. Y encima definir cruzado, de derecha, al palo lejano, como si hubiese usado la zurda prodigiosa.
Esta vez Messi tuvo un pasador como Banega, que redondeó un buen partido (ojo, tampoco fue Modric ni Toni Kross; sigue siendo bastante lento para el nivel del Mundial, sólo que con Nigeria esa lentitud se nota menos), la circulación de pelota en ataque fue mejor y eso le dio más espacios para moverse. De todos modos, no fueron pocos los momentos en que los armadores de juego volvieron a ser Mascherano y Otamendi que cuando quisieron intentar algo más que un pase lateral se equivocaron.
LOS FANTASMAS
Cuando después de ese extraño penal la selección volvió a caer en un pozo anímico y los nigerianos se cerraron más que al comienzo, volvieron los fantasmas. Igual acertó Sampaoli (¿o Messi/Mascherano?) con el cambio rápido de Pavón por Enzo Pérez y el (un poco tardío) de Meza por Di María.
HUEVO, HUEVO, HUEVO
Que me disculpen los que piden “huevos”. Yo no vi que la selección ganara porque floreciera su “personalidad” o sacara a relucir la “vergüenza deportiva” y esos atributos que le caben a los equipos que no tienen cómo jugar y se dedican a correr y “transpirar”. Lo que vi es un correcto planteo de tratar de abrir la cancha y tirar centros atrás. Uno lo volvió a fallar el Pipita (lo salvó Rojo de la hoguera eterna de las memes) y en el otro, también con pierna inhábil, el defensor le enseñó al delantero cómo definir en estos casos.
Que Messi se haya tirado a los pies de un nigeriano para quitarle una pelota en el descuento, o se haya hecho amonestar por hacer tiempo (ambos recursos muy aplaudidos por la tribuna) sólo le sirve al marketing de Messi para conformar a los que quieren mártires, no héroes.
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Es más, esos que insisten en el carácter de la Pulga y le piden que se muestre, que la pida, conspiran contra el mejor funcionamiento de la selección. Ayer, Messi, cuando se agotaba el tiempo, “sacó carácter” y bajó repetidas veces a pedirla en la mitad de la cancha. Inútil. Se desgastaba corriendo treinta metros para atrás y luego otros treinta para adelante para llegar a la misma posición en la que estaba porque no tenía a quién dársela.
Porque si Messi baja a pedirla, Argentina se queda sin un Messi que la reciba. Quizás cuando Dybala y compañía estén listos para sucederlo, Messi puede ser enganche porque talento le sobra para eso, pero en este equipo huérfano de velocidad y precisión final, Messi tiene que jugar de tres cuartos hacia adelante.
EL PROBLEMA ES…
…que Argentina no es España, que despliega decenas de recursos en ataque. Ni España, ni Brasil ni Bélgica. Entonces Messi se encajona porque no hay un diseño (ni capacidad individual) que le abra espacios. Recibe la pelota y está condenado a morir entre diez piernas rivales o a lanzar un pase exacto que sus compañeros desperdiciarán una y otra vez.
UNO POR UNO
Tuvimos arquero. Y eso le da una enorme tranquilidad a cualquier equipo. Como hace en River, Armani atajó las que tenía que atajar y jamás se complicó en las salidas ni la revoleó innecesariamente (7). Mercado sube un punto por la asistencia en el gol, pero dudó siempre entre quedarse y proyectarse. No tuvo muchos problemas pero tampoco la pasó tan bien con la marca (6). Otamendi sufre los centros en su propia área, sobre todo cuando van cruzados y no me pareció que diera las garantías de solidez que le pedimos (5). Rojo fue el mejor junto a Messi. Prolijo y hasta exquisito para salir jugado, eficaz en la marca, corona con el gol un muy buen trabajo y se redime de su flojísima labor frente a Islandia (8). Con Tagliafico pasó lo mismo que con Mercado, sólo que no dio ninguna asistencia. Correcto, pero se necesita más (5).
A Enzo Pérez yo no lo hubiera llevado. Hizo lo que pudo, que es escaso para un torneo de esta jerarquía (5). El trío técnico debería considerar su reemplazo para jugar con Francia. Mascherano corrigió a pura entrega todos los errores que cometió en la distribución, y cayó en la trampa del penal como un principiante (5). Banega fue prolijo, certero, metió asistencia en el gol de Messi, pero demasiado administrativo para mi gusto, lateraliza más de la cuenta y es lento. Va un (7) llevado por la presión de la opinión general que lo considera uno de los héroes de ayer.
Si el partido hubiese terminado a los 45 minutos, Messi tendría su diez. En el segundo cayó en el bajón anímico y desorden táctico del equipo y se movió en la confusión de los anteriores partidos (8). Higuaín (5), de no haber fallado una vez más en el área merecería un seis por su voluntad, entrega y cierta claridad para jugar las pelotas que lograba controlar arriba. Di María (4,5), fruto de un siete en el primer tiempo y un pálido tres en el segundo. Será un histórico pero para mí da banco.
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Estoy tentado de un siete a Pavón porque le cambió la cara a la selección una vez más, pero volvió a terminar mal algunas jugadas, como en sus arranques en Boca (6). Meza (4): tropezó varias veces y le erró a la pelota en un peligroso centro atrás, jugó bien tácticamente pero pareció pesarle la responsabilidad. Suena que un mejor cambio hubiese sido Acuña. Agüero jugó muy poco como para calificarlo.
¿NIGERIA ES LA MEDIDA?
El técnico debe haber juzgado que no estaban para cambiar golpe por golpe con un equipo que tiene a Messi y mandó a sus muchachos a jugar atrás aun cuando iban perdiendo. Lógico. Las veces que intentó subir se comió un gol, un estiletazo de Messi que resolvió lento Higuaín y una corrida de Di María que terminó con un tiro libre en el palo. Suficiente. Jugando a la “retranca” estuvieron a punto de clasificar. Igual les falta oficio para defenderse y un plantel demasiado nuevo todavía tiene que aprender bastante para ser la Nigeria de toque, rotación y velocidad que supo deslumbrarnos.
CUIDEN A MESSI
Con Messi podemos quedar eliminados. Sin Messi no hay Mundial. Lo vamos a ver mejor cuando analicemos la previa del partido con Francia, sobre el que adelanto un concepto: el que traiciona gana.