EN VIVO
Últimas noticias
Actualidad
Política
El Doce y vos
Cuarteteando
Agenda
Show
Deportes
Estadísticas Deportivas
Tendencias
Internacional
Quinielas y Loterías
Opinión

Seguinos en las redes

El DoceOpinión

Fernando (y los rugbiers) somos todos

El dolor por Fernando impactó en toda la sociedad. Todos pudimos ser Fernando, Graciela o Silvino. ¿Y en qué lugar ponemos a los condenados? Estamos ante un caso que nos da una oportunidad más profunda.

Por Diego Dellatorre
07 de febrero 2023, 16:02hs
La leyenda inundó Dolores, la ciudad testigo de un caso histórico. 

El crimen de Fernando no fue uno más. No debe haber muchos antecedentes de casos que conmuevan tanto, con un impactante número de argentinos empaticen con la familia de la víctima, lloren con sus lágrimas, sientan su pérdida, internalicen su pedido.

Es que todos pudimos ser Fernando. Todos salimos y sufrimos alguna vez situaciones violentas “propias” de la noche. Si no te pasó a vos, seguro le sucedió a alguien cercano, o al menos conocido.

Y todos pudimos ser Graciela y Silvino. Nos aterra la posibilidad de perder a un hijo, un hermano, un sobrino, un nieto, a mano de un grupo de violentos en una noche que debía ser pura diversión. 

Fernando (y los rugbiers) somos todos

Y qué decir de esos familiares de víctimas que ya pasaron por esto. Dupuy, Blumberg, muertos de Cromañón... Y tantos nombres menos conocidos que la historia va olvidando, pero que esos padres y hermanos traen a la memoria una y otra vez. Y pasan los años, y están. Acompañan en el dolor, porque vivirá en ellos pase lo que pase. Son familia del dolor.

Todos somos Fernando.

Pero este caso también generó otro tipo de identificación, quizás el que muchos prefieren no ver -u ocultar-. Una identificación con los ocho victimarios.

Los asesinos no son “monstruos” traídos de otro planeta. Son un producto bien nuestro, típico de un pensamiento machista, clasista y racista enraizado en nuestra sociedad argentina. 

Se sienten dueños de una superioridad por “venir de una mejor familia”, tener alguna moneda más, portar un físico corpulento, tener un color de piel claro, haber gozado el privilegio de una mejor educación... Claro que no se puede generalizar, pero no podemos negar que existe. 

+ MIRÁ MÁS: El Doce en la sentencia a los rugbiers: crónica de una jornada histórica

Esta violencia, sumada al efecto manada, genera comportamientos como el de esa madrugada en Villa Gesell. Un crimen aberrante al grito de "negro de mierda". Lo siguieron pateando en la cabeza cuando ya estaba sin defensas, agonizando, lo dejaron tirado y se fueron a comer y a reírse de su presa. No deja de doler.

Pero más allá del pedido de justicia unánime. ¿No les parece una buena oportunidad para analizarnos e intentar comprender cómo se construye esta violencia? ¿Qué discursos transmitimos? ¿Cómo educamos? ¿Qué mensajes damos desde las escuelas, las familias, las instituciones estatales, los medios de comunicación, los clubes, etc, etc, etc? En algún punto… ¿Todos llevamos, aunque sea en un mínimo porcentaje, un Thomsen adentro?

La naturalización de la violencia, y cómo algunas personas piden linchamiento a los "rugbiers", nos indican que esa respuesta tiene buenas chances de ser positiva. 

Frente al desmayo de Thomsen, afuera de los tribunales de Dolores me tocó escuchar frases como "uno menos", "no lo atiendan, tápenlo con un diario" y algunos insultos más. Querían sangre, y se podía sentir.

Fernando (y los rugbiers) somos todos

Aunque fueron unos pocos entre muchos, representan el sentimiento de una importante parte de los argentinos. Los comentarios en las redes lo demuestran. ¿Acaso esa violencia no forma parte de lo que repudiamos? Lo normalizamos tanto que a veces olvidamos que está adentro nuestro.

Ojalá que este caso nos guíe hacia un sinceramiento profundo. Que, con el mismo ímpetu con el que se pidió una sentencia ejemplar, nos miremos a nosotros mismos, nos analicemos con ojos implacables y entendamos que es una oportunidad para condenar esa fuente de la cual emanan estas personas. 

Porque son eso, son personas que hasta ayer eran chicos con tanta vida por delante como la que tenía Fernando. 

No son ocho locos aislados. Dejen de vendernos que son “monstruos”. Calificarlos así nos pone en un lugar pasivo, desligándonos de toda responsabilidad, de todo pensamiento crítico, y avala el ensañamiento contra esos "otros". 

No son "el otro". No son monstruos. Son resultado de algo mucho más profundo que nos incomoda ver.

Fernando -y los rugbiers- somos todos. 

Leé también

Cómo es Sierra Chica, la cárcel donde los rugbiers podrían cumplir la condena

La primera noche de los rugbiers tras la condena: celda compartida, biblias y dudas por su futuro

Temas de la nota

Fernando Báez Sosajuiciocrimenrugbiers

Más notas sobre Opinión

Crueldad perpetua y una justicia que no alcanza

Por Maxi Clavero

El fuerte impacto de la Operación Telaraña

Por Claudio Fantini

El peor torneo del mundo

Por Agustín Burgi
Participá con tu comentario
Los comentarios publicados en ElDoce podrán ser reproducidos parcial o totalmente en la pantalla de ElDoce, como así también las imágenes de los autores.

© 2025, TELECOR SACI

Seguinos en las redes

Últimas noticias

  • Troilo marcó a Messi en la Selección y los hinchas de Belgrano deliraron fuerte: “No te acerques”
  • Se viene la Luna de fresa: cuándo y cómo verla desde la Argentina
  • Tragedia en Córdoba: chocó de frente contra un camión en la ruta y murió en el acto
  • “Todo mentira”: el papá de uno de los niños sancionados por Newell’s desmintió amenazas

Secciones

  • Últimas noticias
  • Actualidad
  • Política
  • El Doce y vos
  • Cuarteteando
  • Agenda
  • Show
  • Deportes
  • Estadísticas Deportivas
  • Tendencias
  • Internacional
  • Opinión

Sitios amigos

  • TN
  • eltrece
  • Ciudad Magazine
  • Cucinare

Seguinos en las redes

© 2025, TELECOR SACI

Mapa del sitio
Términos y condiciones
Comunicados
Comercial