Alberto Fernández en una gira inexplicable en Europa cuestionando a su vice, diciendo un día que irá por la reelección, y al día siguiente, que ni piensa en eso. Cristina Fernández cuestionando la legitimidad de gestión de quien eligió para que ejerza como presidente, asegurando que no le pegó a nadie pero que no se le está haciendo honor al contrato electoral. La oposición, enredada en su laberinto de si van juntos, unidos, con algún aliado o jamás con un determinado aliado.
Todos perfilándose para una elección que se dirimirá en octubre, pero del 2023. Para las primarias faltan 15 meses y 18 para las generales. Una pérdida de energía y tiempo absolutamente inútil sin siquiera debatir una idea sobre cómo piensa cada uno de los actores sacar el país adelante, si es que llegan.
Ya que todos tienen tantas ganas de que los voten, podrían empezar por lo más básico: ¿cómo harían para bajar la inflación? ¿Hay que bajar el gasto público? ¿Dónde? ¿Rápido o de a poquito? ¿Qué hacemos con el cepo? Los que quieran dólares para viajar, ¿los tendrán? ¿A qué precio? ¿Qué hacemos con los 23 ministerios? ¿Y con las 33 empresas públicas? ¿Y con las retenciones y el cepo a las exportaciones? ¿Abrimos la economía de buenas a primeras? ¿Reformamos algo el mercado laboral? ¿Cuánto? Y con los gremios que bloquean las empresas, ¿vista gorda, cárcel, negociación? ¿Y con la inseguridad y el avance narco? ¿Seguimos con los acuerdos de precios? Si no seguimos, ¿avanzan los monopolios o no son tales? ¿Qué respuesta hay para el 1,2 millón que cobra el Potenciar Trabajo y que cada dos por tres marcha en reclamo de más plata y más planes? ¿Está bien dada la asignación universal? ¿Y las moratorias previsionales? ¿Menos impuestos? ¿Cuándo, cuáles? ¿Qué parte del esfuerzo va a hacer el Estado?
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La lista de preguntas es interminable y las respuestas, escasas. Esa falta de horizonte de futuro cala profundo hoy en el desánimo colectivo. La gente advierte que se sacan de antemano los ojos por un puesto pero nadie tiene las manos en el barro pensando en cómo va a hacer lo que hay que hacer y con quién. Nadie debate ideas, aunque la vicepresidenta diga que eso es lo que pasa. Mientras, si la inflación no se modera, el año cierra en el 94% anual. Una catástrofe diaria, de goteo, mientras la dirigencia política sólo piensa en los cargos.