¿Por qué la gestación subrogada sería una violación a la dignidad de la gestante y del bebé?. Si tiene que responder a esta pregunta, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe probablemente diría que la razón por la cual lo considera de ese modo es porque Dios ha creado la naturaleza de modo tal que los hijos deben ser gestados en los vientres de sus madres. Por lo tanto, la respuesta es porque esa es la voluntad de Dios. Y si tiene que responder por qué considera que esa es la voluntad de Dios, en la respuesta aparecería la palabra Fe, o sea, irrumpiría el dogma.
En rigor, dado que la inteligencia es una propiedad de la naturaleza humana y, en la mirada religiosa la naturaleza humana es de origen divino, se podría rebatir, sin salirse del marco teológico, lo que sentencia ese brazo de la iglesia anteriormente llamado Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, o simplemente “Santa Inquisición”.
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En definitiva, la maternidad subrogada es una oportunidad que los avances de la medicina merced a la evolución de la inteligencia dan a las mujeres que no pueden incubar a sus hijos en sus propios vientres. De tal modo, sin salir de la mirada religiosa, es posible afirmar que si los avances de la medicina son productos de la evolución de la inteligencia humana, y si la inteligencia humana es, como todo lo existente, un don concedido por Dios, no hay por qué considerar la maternidad subrogada como algo “deplorable…que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño”.
Pero en sus veinte páginas, el documento “Dignitas Infinita”, emitido por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, ratifica de manera contundente esta y otras posiciones tradicionales de la iglesia, como la condena del aborto, la eutanasia, la Teoría de Género y el cambio de sexo, entre otras cosas.
La aprobación del Papa reafirma que en las cuestiones de fondo, Francisco sigue siendo un conservador dispuesto a mantener a la iglesia en sus posiciones tradicionales. Esa era su posición en sus tiempos de sacerdote, de obispo y de cardenal. Jorge Bergoglio apostaba a la iglesia cercana a los pobres, sin llegar ni a la Teología de la Liberación, que tenía exponentes como Leonardo Boff y monseñor Helder Cámara; ni a las corrientes teológicas vanguardistas en la sacudían los cimientos del dogma pensadores como Henry de Lubac, Michael Schmaus, Hans Küng y Karl Rahner, entre otros.
Sus flexibilidades llegan hasta la suavización del trato hacia los divorciados y para con los homosexuales. Un trato mucho más lógico, respetuoso y sano. Allí aparece en él una iglesia que no condena ni anatemiza, aunque tampoco acepta.
Pero en cuestiones como eutanasia y gestación subrogada, sorprende la negativa a una posición más generosa y compasiva. El fin del dolor y el sufrimiento que puede conceder la eutanasia, así como la alegría de la maternidad que puede conceder el avance de la ciencia gracias a la evolución de ese rasgo de la naturaleza humana que es la inteligencia, debieran tener prioridad sobre dogmas sólo defendibles desde la Fe, y en absoluto desde la razón y la lógica.