¿Por qué tiene lógica la sospecha de que Rusia está detrás de la guerra que se desarrolla en Gaza, colaborando de manera imperceptible con Hamas?
Hay varias razones para sospechar que es así. Una de ellas es la funcionalidad que tiene este conflicto para la guerra expansionista que Rusia está librando en Ucrania.
Son tan grandes los márgenes de expansión del conflicto que se está desarrollando en la Franja de Gaza y que va creciendo en la frontera sur del Líbano, que Estados Unidos se está viendo obligado a brindar un fuerte apoyo en armamentos a Israel, bifurcando de este modo el respaldo masivo que le da a Ucrania en materia de armas y municiones.
De tal modo, la guerra que gatilló Hamas con un pogromo sanguinario en el sur de Israel puede menguar el suministro de armas con que las potencias de Occidente sostienen la resistencia de Ucrania ante el ejército invasor.
Esta razón pudo confluir con otra: el vínculo que llevan años fortaleciendo Rusia y la República Islámica de Irán. Ese vínculo revirtió la enemistad entre la Unión Soviética, un estado oficialmente ateo, y la revolución islamista con que el ayatola Ruholla Jomeini creó un estado religioso.
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Como la llegada al poder de Hafez el Assad en Siria implicó un régimen secular, que se enfrentó a organización islamistas como la Hermandad Musulmana, cuya rebelión en la ciudad de Hama aplastó con masivos bombardeos, Damasco buscó acercarse a Moscú concediéndole a la URSS una base militar en Latakia en 1970.
Para defender esa base militar heredada por Rusia es que Putin mandó fuerzas militares y al Grupo Wagner a pelear contra las milicias enemigas del régimen alauita sirio, durante la guerra civil.
Pero Bashar al Assad lleva años acercándose a Irán para fortalecer las alianzas frente a sus mayoritarios enemigos sunitas sirios. Por eso la entrada de Rusia en la guerra civil, ayudando al régimen a no desaparecer, e incluso a reconquistar territorio que había perdido en el comienzo del conflicto, convirtió a Bashar al Assad en puente de acercamiento con la teocracia chiita persa, porque en el conflicto sirio ambos estaban en el mismo lado.
Esta relación mostró su vigor desde el inicio de la invasión a Ucrania, ya que Irán está suministrando drones explosivos y otros armamentos al ejército ruso.
Si Irán ayuda a Rusia en su guerra en Ucrania, por qué Rusia no ayudaría a Irán en la guerra que libra contra Israel, hasta el momento de manera indirecta a través de Hamas, Yihad Islámica Palestina en Gaza y de Hizbolá y las milicias pro-iraníes en Líbano y Siria.
Uno de los aportes que estaría brindando Putin a los brazos árabes de Irán que están peleando contra Israel ahora, es la experiencia y la capacidad de acción de los escuadrones de hackers y de trolls con que el Kremlin a perpetrado injerencias en procesos electorales occidentales y en campañas de gran alcance en redes sociales de las potencias de Occidente.
Las masivas manifestaciones que están sacudiendo a universidades norteamericanas y a ciudades europeas, si bien se explican en la solidaridad que despierta esa indudable víctima del conflicto que son los habitantes civiles de Gaza, muestran el efecto amplificador de apoyos y repudios que tienen las campañas de los escuadrones cibernéticos rusos.