La producción de agua potable y su distribución requieren de la utilización de energía para que llegue a cada uno de los hogares. Es por ello que reflexionar sobre la cantidad de agua que se consume, también es comenzar a pensar en eficiencia energética.
“Lo primordial es ser conscientes de no derrochar agua, ya que es un recurso escaso, si bien es renovable, puede degradarse y perderse localmente”, sostiene Fernando Barri, docente de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del Conicet.
Nuestro país es uno de los que tiene mayor consumo de agua per cápita, lo que incide directamente en un importante gasto energético, lo que se incrementa si hablamos de subirle la temperatura al agua, debido a que al calentarla también se utiliza energía, ya sea gas o electricidad.
Para el diseñador industrial Francisco Seco, “también es muy importantes que las instalaciones estén prolijas y bien dimensionadas, ya que, de no ser así, puede producirse falta de presión en las salidas de agua y esto obliga a los usuarios a poner bombas presurizadas, lo que suma consumo eléctrico”.
Calentar gasta
En cuanto a los sistemas de agua caliente, Seco recomienda regular la temperatura para evitar el derroche de agua y por cuestiones de seguridad. Normalmente, utilizamos agua entre 40 y 45 grados para ducharnos. Si el aparato calienta a mayor temperatura, es conveniente poner una válvula mezcladora.
“Aproximadamente el 50 por ciento de la energía que se utiliza en un hogar es para el calentamiento de agua (sanitario y cocción)”, asegura el especialista quien, además, recomienda la utilización de termotanques solares, ya que estos dispositivos ahorran aproximadamente 80 por ciento de energía anual en lo que respecta al calentamiento del agua.
Según el diseñador industrial Francisco Seco, si los más de siete millones de hogares argentinos con lavarropas automático lavaran en ciclos de 30 minutos, se ahorraría un 60 por ciento de energía anual, lo que equivale a las emisiones de más de 300 mil lámparas de 100W encendidas durante ese periodo.
Pequeñas acciones para ahorrar energía
- Utilizar el agua con la mayor discreción posible; lo justo y necesario.
- No dejar la canilla corriendo al lavar los platos u otros.
- Utilizar doble descarga en el inodoro para racionalizar la deposición.
- Cosechar agua de lluvia para riego de jardines o huertas.
- Para el uso o disposición final del agua, usar biodigestores o fitodepuradoras. En zonas serranas son muy importantes ya que ayudan de manera natural al tratamiento del recurso.
- Buscar sistemas alternativos que ayuden en los costos energéticos que implica el uso del agua, como la energía solar (termotanques, etcétera).
- Utilizar picos o boquillas aireadoras en las duchas, canillas de baño y cocina.
- Implementar el uso de los ciclos cortos de lavado (aproximadamente 30 minutos) en el lavarropas, que implican un ahorro de 60 por ciento de energía.
- Usar agua fría en el lavado. De este modo, el ahorro energético anual sería del 65 por ciento. El uso de agua fría, por otra parte, ayuda a conservar los colores y calidad de las prendas.
- Escoger modalidades más sustentables, como aprovechar las aguas grises o usadas (de la cocina y la ducha) para los inodoros.
Tras conocer esto, debemos entender que el derroche de agua implica mucho más que la pérdida de ese valioso recurso. Si cuidamos el agua también evitamos un gasto innecesario de energía, antes, durante y después de abrir o cerrar la canilla.
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