“Che, dénle valor al peso”. Estaba amaneciendo el sábado en Córdoba y uno de los dirigentes provinciales de Cambiemos con despacho en Buenos Aires caminaba por un barrio de la zona sur de la ciudad. Los muchachos que lo saludaron con semejante definición económica venían del baile.
Todavía estaba frío en la mañana cordobesa, pero ya el dirigente macrista estaba tomando nota de lo calentita que andaba la gente con los últimos vaivenes del mercado financiero y su impacto en los precios.
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El fin de semana, Cambiemos realizó una de sus actividades política denominada “timbreo”, que es la visita a ciudadanos para explicar la propuesta política. Era la primera actividad después de las turbulencias y en un contexto de abrupta caída de la imagen presidencial.
El sacudón ha sido tal que las conjeturas sobre escenarios electorales a futuro hayan quedado congeladas hasta tanto no se vuelvan a calmar las aguas.
Y eso repercute en Córdoba. La definición de las candidaturas locales ha sumado un nuevo ingrediente externo para su definición: que el Gobierno nacional logre enderezar el rumbo económico.
O sea, para que Cambiemos defina sus postulantes de 2019 en Córdoba tienen que pasar al menos tres cosas que no dependen de los dirigentes cordobeses: que Mauricio Macri nomine a sus favoritos, que el presidente decida si le quiere ganar o no a Juan Schiaretti y que la economía se enderece.
Nada de eso se resuelve en Córdoba. O sea, pueden tocar todos los timbres acá, pero el timbre que cuenta está en la Rosada.
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Lo que sí parece dominar los comentarios entre los cambiemistas cordobeses es que cada vez quedan menos espacios para sorpresas. Esto quiere decir que el candidato a gobernador saldrá del trío Ramón Mestre-Mario Negri-Héctor Baldassi.
Esto siempre y cuando haya un solo candidato a gobernador. Porque algunos conjeturas, y es el deseo de Schiaretti y el peronismo, que Cambiemos tenga más de un candidato a gobernador.
Quedan más de una docena de anotados para la Intendencia. Pero todo parece indicar que la discusión será entre Rodrigo De Loredo y Félipe Lábaque, ambos con buena relación con Macri y con deseos de disputar la sucesión de Mestre.