Tras varios años de casados, Antony empezó a registrar actitudes extrañas en su pareja. Una noche, mientras dormían, Ruth comenzó a hablar y confirmó las sospechas que tenía.
Las firmas repudiando la decisión de Isabel II superaba la cifra de 200 mil en tiempo récord, mientras estallaban debates por doquier y retumbaban en los medios europeos durísimos cuestionamientos.