Hace poco menos de un mes, el régimen de Nicolás Maduro prohibió los vuelos de aviones con matrícula argentina sobre el espacio aéreo venezolano. Ahora le corta el agua y la luz a la residencia del embajador argentino porque seis disidentes se refugiaron en ella alegando “persecución política”. A la vez, Javier Milei provoca una nueva turbulencia injustificada con Colombia.
El presidente ruso procura convertir la masacre del viernes 23-M en la justificación de una campaña de bombardeos masivos para arrasar las principales ciudades de su país vecino.
Vladimir Putin había desoído advertencias de Washington sobre un plan terrorista en marcha para perpetrar un atentado en Moscú. El ataque contra civiles lleva el sello del ultra-islamismo caucásico.
Multitudes llevan días ganando las calles en numerosas ciudades de la isla antillana, protestando en demanda de energía eléctrica, alimentos y medicamentos. ¿La respuesta del régimen será nuevamente una brutal represión?
Su reelección en el 2018 ya había dejado grandes dudas. Evidentemente jugó con pavorosa ventaja y proscribió a los candidatos verdaderamente opositores.
El plan alemán para enviar a Ucrania misiles Taurus de largo alcance, de concretarse, sería un paso hacia una guerra abierta con Rusia. Más aún el plan de enviar tropas occidentales al país invadido. Putin ya anuncia que, en ese caso, usará sus armas nucleares.
Además del pueblo palestino gazatí, donde la estadística de muertes civiles y destrucción resulta escalofriante, el daño causado por la operación militar lanzada contra la organización terrorista Hamas, la imagen del Estado israelí está sufriendo un grave daño y un aislamiento internacional sin precedentes.
Finalmente, presionado por las bandas criminales, anunció su renuncia Ariel Henry, primer ministro del país caribeño que comparte la isla La Española con República Dominicana y agrava su condición de estado fallido.
Decir que el presidente ucraniano debería sacar “la bandera blanca” y “negociar” con Rusia el final de la guerra, sólo puede interpretarse como un pedido de rendición a Ucrania.
Resulta cínico y absurdo el cuestionamiento que hizo el presidente de Brasil a la resistencia que ofrece María Corina Machado contra la proscripción que le impone el régimen venezolano.
Sus tres regímenes encabezaron portadas por razones deplorables. Ajuste y hambre en la isla, crímenes de Lesa Humanidad en el país centroamericano y violaciones de Derechos Humanos del estado petrolero sudamericano.
A pesar de las aclaraciones y paños fríos que se escucharon en el Pentágono y la cúpula de la OTAN, el mensaje de Emmanuel Macron proponiendo enviar tropas occidentales a Ucrania es la señal que debe leer, y lee, Vladimir Putin.
Participar en la Conferencia de Acción Política Conservadora que se realizó en Washington, puso al presidente argentino a jugar en el escenario electoral de los Estados Unidos.
A la larga lista donde acaba de ingresar Alexei Navalny, se agregó un piloto militar de helicóptero que desertó en Ucrania y fue baleado en España, seguramente por agentes del Kremlin.
¿Tiene lógica la equiparación que hizo el presidente brasileño entre la tragedia que padecen los palestinos gazatíes con el exterminio de seis millones de judíos que perpetró el Tercer Reich?
Alexei Navalny, máxima figura de la disidencia rusa que llevaba años encarcelado en Siberia apareció muerto en su celda a los 47 años. Todas las sospechas apuntan al Kremlin.
La insólita afirmación que hizo el líder republicano, respecto a pedir a Rusia que ataque a los miembros de la alianza atlántica que no estén al día con sus pagos, generó rechazó en los socios europeos de Estados Unidos. Una vez más, el magnate neoyorquino se muestra funcional al líder ruso.